El Sename (Servicio Nacional de Menores) es un organismo del Estado que depende del Ministerio de Justicia. Su tarea es contribuir a proteger y promover los derechos de los niños, niñas y adolescentes y a reinsertar en la sociedad a los adolescentes que han infringido la ley. Dentro de sus tareas está el dar resguardo a niños esperando adopción, velar por la justicia juvenil y la protección de derechos y primera infancia.
La vida que nos toca depende de circunstancias que no escogemos, las cuales afectan y moldean nuestros comportamientos y acciones del futuro.
Te invitamos a responder qué circunstancias te tocaron a ti.
"Si lo viera lo agarraría a palos. De verdad. Es lo peor que le puede pasar a una niñita. No estoy diciendo que la violación no duela, ¡pero que sea tu papá! Te sientes asquerosa, con ganas de llorar, de no existir (…) finalmente terminé a los doce años en un centro del Sename. Hoy tengo dieciséis. Me logré escapar, porque para mí el Sename es una mierda, un mal sueño (…)” - María (16) escapó de dos centros de protección del Sename y hoy vive en una caleta.
"Entré a los dos meses de vida a un hogar y después pasé por más de ocho centros. Me crié en el Sename. [...] Las tías me pegaron varias veces charchazos. [...] Si avisabas algo con la asistente social o a Carabineros, o con los familiares para que hicieran la denuncia o fueran a reclamar al hogar, te pegaban. Si no te levantas, te tiran el colchón para abajo para que te levantes, y ahí quedas. [...] El [hogar] no me brindó la ayuda que necesitaba. Nunca me gustó estar ahí, nunca. Es feo, todos querían arrancarse. Yo lo hice varias veces, hasta que me sacaron de ahí." - Arantza (22) pasó por varios hogares del Sename, entre ellos los de protección Galvarino y Pudahuel.
"Horror. Con esa palabra describiría el tiempo que estuve en el Sename. Cuando me llevaron tenía doce años y me dijeron que “me iban a ayudar”. […] En los hogares no hay una hermandad, prevalece la ley del más fuerte. Había una que tenía dieciocho años, y era la que mandaba. [...] Un día en mi pieza, esta lesbiana le hizo de todo a una niña. [...] Yo no quería ver esa situación y lo único que hice fue llorar, pero me tenían agarrada entre seis niñas para que yo mirara. Me decían que eso me iba a pasar a mí, que tenía que dejarme, porque ella esa la que mandaba. Me robaron la inocencia en un segundo, y eso me fue marcando con el tiempo." - Paula (31) estuvo, de menor, en el centro de protección Playa Ancha, del Sename, es de la V Región.
"Mis papás fallecieron. Mi hermano me maltrataba; me pegaba con el escobillón, reventándome los dedos. Me arrastraba del pelo por toda la casa. Por eso decidí yo misma internarme a mis catorce años en el Sename. Creí que ahí iba a estar mejor que en mi casa, pero sufría porque las tías me pegaban. Me daban palmetazos en la cara. Las tías son malas. [...] Ahora mi hijo de dos años quieren llevárselo al Sename. No quiero, porque sé que va a sufrir. Pero si lo dan en adopción, tengo que dejarlo ir para que alguien le dé algo mejor que yo. " - Scarlett (25) huyó, cuando era adolescente, del centro de protección Pudahuel, del Sename.
“[...] Fue muy fuerte para mí estar en hogares, sufrí maltrato psicológico, físico y nadie hacía nada, estaba sola, sin ningún apoyo, nadie que me entendiera. [...] me amarraron, me pegaron y me enrollaron en una frazada como un arrollado de huaso y me llevaron al hospital. Otras veces me dejaban así una hora o hasta que me calmara o me metían con ropa a la ducha fría. [..] Yo cambiaría todo en los hogares. No deberían existir, porque en vez de darles una ayuda a los niños, les hacen daño. [...] Yo, lo que más le pido a Dios es que los niños que siguen ahí no lleguen a sufrir como estoy sufriendo yo. [...] Lo encuentro muy injusto [entre llantos], no a todos los niños les tocó así la vida y para mí es muy fuerte acordarme también[...]” - Francia (18) estuvo en varios centros colaboradores y en los directos de protección Galvarino y Pudahuel, del Sename
"El Sename se portó mal conmigo. En el Sename aprendí que uno entra bueno, piolita, y sale mucho peor. Salí robando y fumando pasta base." - Jonathan (15) escapó de los centro de protección Galvarino y Pudahuel, del Sename
“Me golpeaba. Mi padrastro me pegaba con correas. Mi mamá era borracha. A los seis años me fui a la calle y desde ahí pase de hogar en hogar. [...] Los tíos eran más o menos nomás. Cuando me portaba mal, me amarraban con una camisa de fuerza y me metían en una pieza. Ahí me pinchaban, me dopában. No sé bien qué me daban, pero me quedaba durmiendo todo el día, y cuando ya estaba más calmado, me mandaban a las habitaciones. No era la única forma en que nos mantenían; nos medicaban todos los días, tres pastillas en la mañana y otras tantas en la noche.” - José (27) huyó cuando menor, de los centros de protección Galvarino y Pudahuel, del Sename
“El castigo en el hogar consistía en encerrarte dentro de un clóset con un candado por fuera durante dos horas, tres horas, medio día, un día. Yo pase más de un día en el clóset por sacar pan de la cocina. No era muy grato sentarte con las rodillas dobladas, porque tampoco había espacio para estirarse; o estabas pardo o con las piernas torcidas. […] Nadie me llevaba comida, y muchas veces había que orinar ahí mismo […]. Una vez nos castigaron a todos porque rompimos una virgen jugando fútbol. Nos pusieron en fila, desnudos, para entrar a la ducha, y cuando pasábamos, el tío nos pegaba con la manguera. Me dio tanta rabia el manguero en la espalda, que me di vuelta para defenderme y me llegó en el ojo. Me reventaron la retina. […] Otra veces el nochero intentaba abusar sexualmente de mis compañeros. […]. Te llevaban al baño en la noche y ahí pasaban las cosas. […]” - Jorge (22) estuve en el centro de protección Alborada, del Sename, en Temuco
Ellos no escogieron como empezar su historia, pero nosotros podemos ayudar a que estas se den a conocer y así lograr disminuir las estadísticas.